CENTRO CULTURAL SAN FRANCISCO SOLANO

EL BRAGUERO

Me cuentan este chisme o cuento de verdad:

Era un día de viernes Santo

Cuando la tía María

No se sabe si de Canicosa o de Quintanar

Tendió al sol para secar

En la cuerda de afuera de su casa

Por lo menos quince bragas

De ella y sus tres lindas hijas

Que, entre cortina y cortina

Observaban si el Braguero podría llegar

Para llevarse las quince bragas

Como había hecho en Vilviestre del Pinar.

Entró a casa el marido de la María

Con una buena nueva

Que a sus hijas y esposa tendrá que alegrar:

-Esposa, he cobrado la madera

Que me debía el señor Juan

Así que, este domingo, podremos ir a comer

A El Molino, y pasarlo bien en su lugar.

Las hijas, por recibir al padre

Abandonaron la observancia del lugar

Donde estaban colgadas las bragas.

Cuando volvieron a la ventana

Casi se desmayan de pena y de risa

Pues las bragas ya no estaban

Viendo al Braguero correr

Por donde va el camino hacia Revenga.

El padre, asustado, les preguntó a sus hijas:

-¿A qué viene ese llanto?

-Padre, padre, le contestaron las dos al unísono:

El Braguero se ha llevado nuestras bragas

Recién puestas en la cuerda de tender.

Bragas que recuerdan los llantos que hacíamos

Cuando nuestros chicos nos hacían perrerías

Buscando hongos y níscalos en el pinar.

-Hijas de mi corazón

Regalo de vuestra amada esposa mía

Ese Braguero no merece la pena o la muerte

Bastante mal tiene

Con ese deseo incontenible de las bragas robar

Para luego colgarlas en la copa de un pino

Y, al atardecer, subirse a él

Para hacerse pajas

Después de comerse un bocadillo de tortilla

Contemplando sus deleitosas bragas

Y limpiarse con ellas sus pies y manos

Pensando que saca un alma de pena de pene femenina

Y la suya de pecado.

Con estos dineros que os doy

Mañana os podéis comprar

Las bragas que os apetezca.

El Braguero, por otra parte

El día de su sano juicio

Verá y sentirá lo que le sucede.