EL BRAGUERO
Me cuentan este chisme o cuento de verdad:
Era un día de viernes Santo
Cuando la tía María
No se sabe si de Canicosa o de Quintanar
Tendió al sol para secar
En la cuerda de afuera de su casa
Por lo menos quince bragas
De ella y sus tres lindas hijas
Que, entre cortina y cortina
Observaban si el Braguero podría llegar
Para llevarse las quince bragas
Como había hecho en Vilviestre del Pinar.
Entró a casa el marido de la María
Con una buena nueva
Que a sus hijas y esposa tendrá que alegrar:
-Esposa, he cobrado la madera
Que me debía el señor Juan
Así que, este domingo, podremos ir a comer
A El Molino, y pasarlo bien en su lugar.
Las hijas, por recibir al padre
Abandonaron la observancia del lugar
Donde estaban colgadas las bragas.
Cuando volvieron a la ventana
Casi se desmayan de pena y de risa
Pues las bragas ya no estaban
Viendo al Braguero correr
Por donde va el camino hacia Revenga.
El padre, asustado, les preguntó a sus hijas:
-¿A qué viene ese llanto?
-Padre, padre, le contestaron las dos al unísono:
El Braguero se ha llevado nuestras bragas
Recién puestas en la cuerda de tender.
Bragas que recuerdan los llantos que hacíamos
Cuando nuestros chicos nos hacían perrerías
Buscando hongos y níscalos en el pinar.
-Hijas de mi corazón
Regalo de vuestra amada esposa mía
Ese Braguero no merece la pena o la muerte
Bastante mal tiene
Con ese deseo incontenible de las bragas robar
Para luego colgarlas en la copa de un pino
Y, al atardecer, subirse a él
Para hacerse pajas
Después de comerse un bocadillo de tortilla
Contemplando sus deleitosas bragas
Y limpiarse con ellas sus pies y manos
Pensando que saca un alma de pena de pene femenina
Y la suya de pecado.
Con estos dineros que os doy
Mañana os podéis comprar
Las bragas que os apetezca.
El Braguero, por otra parte
El día de su sano juicio
Verá y sentirá lo que le sucede.